El más grande

Ingemar Stenmark es el hijo favorito de Elan. Todavía era una joven promesa cuando sus ojos se fijaron por primera vez en un par de esquís Elan. Desde que se los puso, como un adolescente desconocido, nunca se los volvió a quitar. Pronto quedó claro que Ingemar era un hombre muy especial.

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The Greatest

Sobre el producto
Ingemar Stenmark es el hijo favorito de Elan. Todavía era una joven promesa cuando sus ojos se fijaron por primera vez en un par de esquís Elan. Desde que se los puso, como un adolescente desconocido, nunca se los volvió a quitar. Pronto quedó claro que Ingemar era un hombre muy especial.

Ingemar Stenmark es el hijo favorito de Elan. Todavía era una joven promesa cuando sus ojos se fijaron por primera vez en un par de esquís Elan. Desde que se los puso, como un adolescente desconocido, nunca se los volvió a quitar. Pronto quedó claro que Ingemar era un hombre muy especial. Su talento se reflejaba claramente en su mirada penetrante. No hablaba mucho. Dejó que sus resultados hablaran por él, y lento pero seguro Ingemar Stenmark se convirtió en una leyenda.

Obtuvo 86 victorias de la copa del mundo, el que le sigue “solamente” 54

Ganaba las Copas del Mundo, los Juegos Olímpicos y los campeonatos mundiales. Obtenía medallas: sobre todo las de oro, los Globos de Cristal: grandes y pequeños. Sus series de victorias eran casi de ciencia ficción. En la temporada 1978/79 ganó todos los diez slalom gigantes y, si añadimos a esto la última victoria de la temporada anterior y las cuatro victorias del invierno siguiente, la serie de victorias duró quince competiciones. Alcanzó récords que se encuentran intactos desde hace más de un cuarto de siglo y parece que seguirán así por siempre. Él obtuvo 86 victorias de la Copa del Mundo, su primer seguidor Hermann Maier y Alberto Tomba “sólo” 54 y 50, respectivamente.

Sus competidores se sentían intimidados ante él y, al mismo tiempo, estaban desesperados. Una vez en el eslalon de Kitzbühel venció al subcampeón Phil Mahr por más de tres segundos y en el eslalon gigante de Jasna venció a Bojan Križaj por cuatro segundos. Por lo tanto, sus rivales tenían una broma interna y recalculaban su atraso con respecto al tiempo del subcampeón. Por él los funcionarios del esquí cambiaban las reglas, ya que temían que la Copa del Mundo durante una década y más se convirtiera en su propio espectáculo. Aceptó estas medidas bastante tranquilo: “Da igual si ganas la Copa del Mundo tres, cuatro, cinco o diez veces”. Su técnico y confidente de toda la vida, Jure Vogelnik, llegó a un cifra muy interesante y calculó que Stenmark subió ciento sesenta y cinco veces al podio durante toda su carrera. Esto significa que casi la mitad de un año de su carrera caminó hasta el podio todos los días. Ingemar Stenmark fue para el esquí lo que Michael Jordan fue para el baloncesto, Wayne Gretzky para el hockey, Michael Phelps para la natación, Roger Federer para el tenis y Michael Schumacher para el automovilismo de velocidad.

Stenmark durante toda su carrera esquió con los esquíes Elan. ¿Coincidencia, destino? Quizás. ¿Un suceso? ¡Por supuesto! Pero esto era en una época en la que Elan venía del lado equivocado de la Cortina de Hierro. Los representantes de las superpotencias alpinas no podían comprender cómo el mejor esquiador del mundo esquiaba con esquís que decían “Made in Yugoslavia”. Los representantes de un fabricante austríaco lo querían entre sus filas e intentaban convencerlo de manera bastante agresiva.

“¿Tiene idea de que esquiaría mucho mejor con nuestros esquís?”, argumentaban.

Él los hacía callar con una breve pregunta: «¿Quizás sería mejor que el primero?”

Se quedó con los Elan. Siempre. Desde el principio hasta el final.

¿Recuerda el momento en el que obtuvo su primer par de esquís Elan?

Elan era en Suecia a finales de los años sesenta una marca relativamente conocida. Recuerdo el momento en el que fuimos como chicos de trece años, junto con mi amigo Stig Strand, invitados a entrenar con el equipo juvenil sueco. Durante el entrenamiento en el norte de Suecia fuimos a una pequeña feria de esquí, donde Elan tenía su espacio de exposición. Allí el representante de Elan nos ofreció sus esquís a un precio muy asequible. Creo que salían unas 30 coronas, lo cual era en ese entonces un precio bastante económico. Con Stig nos compramos cada uno tres pares.

¿Qué hay de los esquís con los cuales obtuvo su primera victoria?

Si no me equivoco en Madonna di Campiglio en 1974 gané con los esquís Impuls. Estos eran los legendarios esquís rojos, azules y blancos.

Luego le siguieron los legendarios esquís Uniline, que hoy podríamos decir que son los primeros esquís versátiles. ¿Es verdad que durante una temporada esquió en un solo par de esquís?

Sí, es verdad. Hacia el final de la temporada los bordes ya estaban muy delgados. En aquel entonces los bordes no estaban fabricados de una sola pieza, pero se componían de varias piezas más cortas. Muchas veces pasaba que tenía que repararlos con un martillo entre dos carreras. Es cierto que también más adelante en mi carrera muchas veces esquié slalom gigante con esquís de slalom, ya que me complacía mejor su receptibilidad.

Siempre quise sólo los mejores esquís para mi forma de esquiar. Y Elan es capaz de hacer este tipo de esquís.

Jure Vogelnik contó que usted estaba muy apegado a ciertos pares de esquís, en especial a aquellos con los que ganaba. Al parecer tenía que inventarse una gran variedad de trucos para repararlos y mantenerlos con vida.

En aquel entonces se consideraba como regla, que los esquís se volvían buenos si ya estaban un poco desgastados. Como si después de algún tiempo todas las capas de material se unían en un conjunto armónico. Del mismo modo también se aplicaba a los coches que los primeros miles de kilómetros había que hacerlos con sensibilidad. Cuando quedaba demostrado que esquís eran los mejores para mí, sólo quería esquiar con ellos. Estaba muy ligado a ellos.

A mediados de los años noventa, algunos años después finalizar su carrera, Elan lanzó al mercado probablemente su mayor innovación de todos los tiempos: los esquís SCX, que cambiaron el esquí y comenzaron con la revolución carving. Bojan Križaj los comparó con un coche con tracción en las cuatro ruedas. ¿Qué sintió cuándo los probó?

Ya durante mi carrera, sobre todo en slalom gigante, siempre me esforcé por realizar un giro perfecto. Se podría decir que, de alguna manera, hacía viraje con esos esquís de más de dos metros de largo, cuando por supuesto lo permitían las condiciones de la nieve. Solía utilizar la parte trasera de los esquís y cuando pude doblarlos, fue bastante similar al carving de hoy en día. Y luego llegaron los esquís SCX, que permitían todo esto. Me parecían fantásticos. En aquel momento deseé que los ingenieros de Elan hubieran llegado a estas soluciones unos diez años antes y así podría haber competido con estos esquís. Con la ayuda de los esquís carving el esquí se ha convertido en un deporte más fácil y divertido. Y esto se aplica tanto a nivel competitivo como al recreativo.

Y todo esto no pasó en una o dos temporadas pero durante una década y media. ¿Cómo pudo conservar un alto nivel de motivación durante todo este tiempo?

Bien, he de reconocer que en las últimas cinco temporadas ya no estaba tan motivado. Pero antes siempre me ponía metas muy altas. Quería ganar las carreras y quería ganar con la mayor ventaja posible. Sobre todo pensaba mucho en el esquí. Para mí era todo un juego mental.

¿Dónde prefería competir?

Disfrutaba en los lugares clásicos como Madonna di Campiglio, Adelboden, Wengen, Kitzbühel. Me encantaba competir en mi hogar, en Suecia, así como también en Kranjska Gora, donde me sentía casi como en casa, por la gran cantidad de fanáticos.

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Ingemar Stenmark es el hijo favorito de Elan. Todavía era una joven promesa cuando sus ojos se fijaron por primera vez en un par de esquís Elan. Desde que se los puso, como un adolescente desconocido, nunca se los volvió a quitar. Pronto quedó claro que Ingemar era un hombre muy especial. Su talento se reflejaba claramente en su mirada penetrante. No hablaba mucho. Dejó que sus resultados hablaran por él, y lento pero seguro Ingemar Stenmark se convirtió en una leyenda.

Obtuvo 86 victorias de la copa del mundo, el que le sigue “solamente” 54

Ganaba las Copas del Mundo, los Juegos Olímpicos y los campeonatos mundiales. Obtenía medallas: sobre todo las de oro, los Globos de Cristal: grandes y pequeños. Sus series de victorias eran casi de ciencia ficción. En la temporada 1978/79 ganó todos los diez slalom gigantes y, si añadimos a esto la última victoria de la temporada anterior y las cuatro victorias del invierno siguiente, la serie de victorias duró quince competiciones. Alcanzó récords que se encuentran intactos desde hace más de un cuarto de siglo y parece que seguirán así por siempre. Él obtuvo 86 victorias de la Copa del Mundo, su primer seguidor Hermann Maier y Alberto Tomba “sólo” 54 y 50, respectivamente.

Sus competidores se sentían intimidados ante él y, al mismo tiempo, estaban desesperados. Una vez en el eslalon de Kitzbühel venció al subcampeón Phil Mahr por más de tres segundos y en el eslalon gigante de Jasna venció a Bojan Križaj por cuatro segundos. Por lo tanto, sus rivales tenían una broma interna y recalculaban su atraso con respecto al tiempo del subcampeón. Por él los funcionarios del esquí cambiaban las reglas, ya que temían que la Copa del Mundo durante una década y más se convirtiera en su propio espectáculo. Aceptó estas medidas bastante tranquilo: “Da igual si ganas la Copa del Mundo tres, cuatro, cinco o diez veces”. Su técnico y confidente de toda la vida, Jure Vogelnik, llegó a un cifra muy interesante y calculó que Stenmark subió ciento sesenta y cinco veces al podio durante toda su carrera. Esto significa que casi la mitad de un año de su carrera caminó hasta el podio todos los días. Ingemar Stenmark fue para el esquí lo que Michael Jordan fue para el baloncesto, Wayne Gretzky para el hockey, Michael Phelps para la natación, Roger Federer para el tenis y Michael Schumacher para el automovilismo de velocidad.

Stenmark durante toda su carrera esquió con los esquíes Elan. ¿Coincidencia, destino? Quizás. ¿Un suceso? ¡Por supuesto! Pero esto era en una época en la que Elan venía del lado equivocado de la Cortina de Hierro. Los representantes de las superpotencias alpinas no podían comprender cómo el mejor esquiador del mundo esquiaba con esquís que decían “Made in Yugoslavia”. Los representantes de un fabricante austríaco lo querían entre sus filas e intentaban convencerlo de manera bastante agresiva.

“¿Tiene idea de que esquiaría mucho mejor con nuestros esquís?”, argumentaban.

Él los hacía callar con una breve pregunta: «¿Quizás sería mejor que el primero?”

Se quedó con los Elan. Siempre. Desde el principio hasta el final.

¿Recuerda el momento en el que obtuvo su primer par de esquís Elan?

Elan era en Suecia a finales de los años sesenta una marca relativamente conocida. Recuerdo el momento en el que fuimos como chicos de trece años, junto con mi amigo Stig Strand, invitados a entrenar con el equipo juvenil sueco. Durante el entrenamiento en el norte de Suecia fuimos a una pequeña feria de esquí, donde Elan tenía su espacio de exposición. Allí el representante de Elan nos ofreció sus esquís a un precio muy asequible. Creo que salían unas 30 coronas, lo cual era en ese entonces un precio bastante económico. Con Stig nos compramos cada uno tres pares.

¿Qué hay de los esquís con los cuales obtuvo su primera victoria?

Si no me equivoco en Madonna di Campiglio en 1974 gané con los esquís Impuls. Estos eran los legendarios esquís rojos, azules y blancos.

Luego le siguieron los legendarios esquís Uniline, que hoy podríamos decir que son los primeros esquís versátiles. ¿Es verdad que durante una temporada esquió en un solo par de esquís?

Sí, es verdad. Hacia el final de la temporada los bordes ya estaban muy delgados. En aquel entonces los bordes no estaban fabricados de una sola pieza, pero se componían de varias piezas más cortas. Muchas veces pasaba que tenía que repararlos con un martillo entre dos carreras. Es cierto que también más adelante en mi carrera muchas veces esquié slalom gigante con esquís de slalom, ya que me complacía mejor su receptibilidad.

Siempre quise sólo los mejores esquís para mi forma de esquiar. Y Elan es capaz de hacer este tipo de esquís.

Jure Vogelnik contó que usted estaba muy apegado a ciertos pares de esquís, en especial a aquellos con los que ganaba. Al parecer tenía que inventarse una gran variedad de trucos para repararlos y mantenerlos con vida.

En aquel entonces se consideraba como regla, que los esquís se volvían buenos si ya estaban un poco desgastados. Como si después de algún tiempo todas las capas de material se unían en un conjunto armónico. Del mismo modo también se aplicaba a los coches que los primeros miles de kilómetros había que hacerlos con sensibilidad. Cuando quedaba demostrado que esquís eran los mejores para mí, sólo quería esquiar con ellos. Estaba muy ligado a ellos.

A mediados de los años noventa, algunos años después finalizar su carrera, Elan lanzó al mercado probablemente su mayor innovación de todos los tiempos: los esquís SCX, que cambiaron el esquí y comenzaron con la revolución carving. Bojan Križaj los comparó con un coche con tracción en las cuatro ruedas. ¿Qué sintió cuándo los probó?

Ya durante mi carrera, sobre todo en slalom gigante, siempre me esforcé por realizar un giro perfecto. Se podría decir que, de alguna manera, hacía viraje con esos esquís de más de dos metros de largo, cuando por supuesto lo permitían las condiciones de la nieve. Solía utilizar la parte trasera de los esquís y cuando pude doblarlos, fue bastante similar al carving de hoy en día. Y luego llegaron los esquís SCX, que permitían todo esto. Me parecían fantásticos. En aquel momento deseé que los ingenieros de Elan hubieran llegado a estas soluciones unos diez años antes y así podría haber competido con estos esquís. Con la ayuda de los esquís carving el esquí se ha convertido en un deporte más fácil y divertido. Y esto se aplica tanto a nivel competitivo como al recreativo.

Y todo esto no pasó en una o dos temporadas pero durante una década y media. ¿Cómo pudo conservar un alto nivel de motivación durante todo este tiempo?

Bien, he de reconocer que en las últimas cinco temporadas ya no estaba tan motivado. Pero antes siempre me ponía metas muy altas. Quería ganar las carreras y quería ganar con la mayor ventaja posible. Sobre todo pensaba mucho en el esquí. Para mí era todo un juego mental.

¿Dónde prefería competir?

Disfrutaba en los lugares clásicos como Madonna di Campiglio, Adelboden, Wengen, Kitzbühel. Me encantaba competir en mi hogar, en Suecia, así como también en Kranjska Gora, donde me sentía casi como en casa, por la gran cantidad de fanáticos.